En esta entrada vamos a tratar y analizar los grandes paradigmas educativos consensuados que se han dado a lo largo de la historia. En primer lugar, debemos saber que un paradigma es un modelo o conjunto de creencias que nos permiten comprender la realidad.
A continuación, vamos a proceder a explicar los dos grandes paradigmas en el conocimiento pedagógico: el paradigma cuantitativo y el paradigma cualitativo.
El paradigma cuantitativo, también llamado positivista o tecnológico, tuvo su auge desde mediados del siglo XX hasta los años 80 y se basa en la objetividad, la evidencia empírica, el orden y la estadística. Este paradigma no le da importancia a las características personales de los discentes, pues se busca la formación de un grupo homogéneo, por lo que no hay cabida para opiniones individuales. Lo importante es lo que el docente enseñe. El orden toma un valor fundamental en el paradigma cuantitativo ya que significa disciplina y jerarquía, por lo que para mantenerlo está permitido reprimir, rechazar e incluso marginar. El equilibrio también cobra importancia en este paradigma. Este componente se manifiesta en la negación del conflicto, pues éste se concibe como algo anormal e irregular. Dicho paradigma es usado por el ámbito científico, ya que la ciencia se basa en la objetividad, evidencia empírica y precisión para conocer. Además, debemos destacar que este paradigma está íntimamente relacionado con el modelo socioeconómico capitalista y con la burocatrización.
Para conocer mejor el paradigma positivista (cuantitativo), vamos a citar los seis rasgos que lo caracterizan según N.L. Gage (1993): origen empírico, pues los conocimientos se aprenden a través de la observación y la experiencia; precisión, es decir, usar instrumentos y procedimientos fiables; objetividad; replicabilidad, para que los descubrimientos de un investigador sean accesibles por otros siempre que éstos tengan las aptitudes adecuadas; sistematicidad y acumulación; y, explicación, predicción, control y mejora.
Para finalizar con el paradigma positivista debemos decir que también presenta algunas desventajas, como son la utilización de la objetividad (cuando ha sido demostrado que ésta no existe) y la formación de grupos homogéneos, sin tener en cuenta las capacidades de desarrollo de cada persona y sus aptitudes personales. Aquí os dejo un enlace sobre un power point que trata sobre este paradigma:
Analizado el paradigma cuantitativo, ahora es el turno del paradigma cualitativo, también denominado subjetivo, crítico, interpretativo, humanista (Barton) y comunicativo (Habermas). Dicho paradigma se empieza a aplicar en el ámbito educativo a principios de los años 60, pero sufre un proceso de deterioro al producirse el auge del paradigma cuantitativo, y no es hasta los años 80 cuando reaparece en Estados Unidos, Inglaterra y el resto de Europa. En América Latina no empezó a establecerse hasta los 90.
El paradigma positivista es universalmente más aceptado debido a su carácter universal, pues para dicho paradigma las verdades absolutas SÍ existen. Sin embargo, el paradigma interpretativo, en vez de centrarse en la ciencia, se centra en la Educación. En dicha educación todo es metodológicamente relativo, contrastando con la objetividad del paradigma cuantitativo. Con esta paradigma ya no se pretende crear un coletivo homogéneo, sino que cada persona se desarrolle según sus aptitudes y capacidades, ya que la educación pasa a ser individual y especializada. La educación pasa a ser múltiple y relativa y la realidad educativa es distinta para cada sujeto perceptor ( los discentes). A diferencia del paradigma positivista, el interpretativo no planea el diseño de investigación, pues no se puede ajustar a los planes de observación porque van cambiando a medida que progresan. Esta investigación cualitativa en entornos educativos requiere dos habilidades (Coello González, Hernández León, y Boullosa Torrecilla (2000)): saber escuchar en forma activa y ponerse en el lugar del otro, es decir, la empatía; y, ver la investigación como un proceso indagativo, de modo que seamos capaces de destapar la mente humana y predecir qué piensa una persona a través de su reacción.
Este paradigma presenta desventajas y fortalezas. Al ser un paradigma que se basa en la subjetividad su validez está limitada al contexto, por lo que representa una debilidad a la hora de establecer diseños. Además, cabe la posibilidad de caer en sesgos. En cuanto a sus ventajas, podemos destacar la autonomía y el desarrollo de culturas escolares autógenas.
Para finalizar el análisis de este paradigma, aquí os dejo un enlace sobre un power point complementario que habla de dicho paradigma y lo compara con el cuantitativo:
A continuación, vamos a analizar el paradigma mixto, también llamado sociocrítico, que es un compedio de los dos explicados anteriormente. Otras denominaciones de este paradigma en cuanto a las ciencias sociales y de las ciencias de la educación son sociopolítico (Reid) y reconstructivo, participativo, orientado a la acción (Escudero).
El paradigma sociocrítico tiene su origen en Alemania tras la segunda Guerra Mundial. Posteriormente, dicho paradigma ha tenido numerosas vertientes: alemana, inglesa, estadounidense, australiana, latinoamericana y española. Su objetivo es transformar la estructura de las relaciones sociales (D. del Rincón, y A. Latorre, 1994). El paradigma mixto no pretende tener un discurso unificado, pero sí presenta los siguientes elementos comunes: construir ciencia social no puramente empírica ni puramente interpretativa; el desarrollo de una lectura política de las relaciones entre diversos ámbitos (escuela, educación...) y la influencia de la economía y la política en el conocimiento, currículum y enseñanza; las desigualdades entre los intereses de cada clase; y, la búsqueda de la transformación social y la igualdad de oportunidades. El docente es el que elabora sus propias teorías a través de sus conocimientos y se presenta como un planteador de problemas y un crítico de la sociedad (P.Freire, 1989). Dentro del paradigma sociocrítico, encontramos dos contenidos fundamentales: el núcleo interpretativo y la expansión ideológica. S. de la Torre (1993) afirma que este paradigma ha generado una teoría muy rica pero, a la vez, bastante complicada. Además, este enfoque se adapta de forma adecuada a las sociedades presionadas y pobres.
Debemos tener en cuenta que la intención que persigue este paradigma es la unificación del paradigma cuantitativo y del cualitativo, combinando lo mejor de cada uno y rechazando lo demás, por lo que realiza una crítica de ambos. Respecto al paradigma cuantitativo, rechaza su metodología totalmente objetiva que degrada el aprendizaje individual de cada persona, pues no interesan las aptitudes individuales, sino el colectivo. En cuanto al paradigma cualitativo, rechaza el privilegio que da la ciencia a las clases dominantes, ya que así no podemos percibir la verdadera realidad. En último lugar, dejo otro power point complementario para ayudarnos a entender mejor el paradigma sociocrítico:
Para finalizar esta entrada de los paradigmas consensuados, analizaremos la perspectiva postmoderna. Autores como Gimeno Sacristán (2001) o Friedmann (2001) hablan de que el nuevo siglo se caracteriza por la aparición de implicaciones en múltiples ámbitos de la vida social. Los precursores fundamentales de la perspectiva postmoderna son Nietzsche y Heidegger. Esta perspectiva innovadora emerge en los años 80 en los contextos occidentales más desarrollados como un análisis crítico de los problemas educativos. Según Pérez Gómez (1998), algunos hablan del resurgimiento del romanticismo, es decir, de ideologías totalitarias e irracionales. Esta perspectiva postmoderna le da una gran importancia a lo local, la validez de la reconstrucción y la centralidad del discurso. Para fomentar el desarrollo, se persigue la defensa del medio ambiente, la promoción de la paz, la lucha feminista y la multiculturalidad.
La perspectiva postmoderna se opone a la modernidad surgida en la Europa del siglo XVIII. Algunos autores hablan del postmodernismo como la "radicalización de la modernidad" o la "modernidad tardía" (Giddens). Esta novedosa perspectiva se desarrolla teniendo en cuenta la Ilustración, la frustración causada por acontecimientos históricos desastrosos y la conciencia adormilada de una sociedad moderna asentada en la racionalidad y la cultura científica. La perspectiva postmoderna incide en los criterios de normalidad y ética, las culturas y los flujos de intercambio cultural, los diseños y la formación intelectual de los profesores.
Según el autor A. Hargreaves (1996) se dan siete "dimensiones" que influyen en el cambio del ámbito educativo y de la enseñanza: las economías flexibles, globalización y capitalismo, final de las certezas ("el día a día se toma como referencia, como la única eternidad"; Bolívar Botía, 1999b,p.159), disminuciones de credibilidad o desacreditaciones, "mosaico móvil" (oposición a las organizaciones jerarquizadas), yo ilimitado, desarrollo tecnológico y comprensión espacial y temporal.
Aparte de estas características, Pérez Gómez (1998, pp.24-27) señala otras. Entre ellas, podemos mencionar las siguientes: desfondamiento de la racionalidad, pérdida de la fe en el progreso, desencanto e indiferencia, autonomía y descentralización, primacia de la estética sobre la ética, crítica al etnocentrismo y a la universalidad, multiculturalismo, reaparición del fundamentalismo y el fin de la historia, ya que ésta pasa a ser relativa. Friedmann (2001) define la posmodernidad como un mundo cualitativamente nuevo, en el que se dan fenómenos como la pluralidad de estilos de vida o la estética como valores intrínsecos.
Para finalizar con la perspectiva postmoderna, podemos fijarnos en el cambio que da en relación con los paradigmas anteriores. Esta es la nueva era y la realidad que se está dando, pero no significa que sea la correcta.
Analizados ya los dos grandes paradigmas, el paradigma mixto o sociocrítico y la perspectiva postmoderna, ahora podemos pensar cual es el más adecuado. Ésto podría llevarnos a un gran debate, pues cada persona va a tener un punto de vista diferente y único sobre este tema. En cuanto al mío, puedo decir que depende del contexto y las circunstacias sería adecuado un tipo de paradigma pedagógico distinto. Sin embargo, el paradigma cuantitativo, al igual que me pasó con la agogé espartana, sigue sin convencerme. Es válido para conseguir los objetivos que se plantean pero nunca defenderé un paradigma o un modelo de e-a que vaya en contra de la individualidad y la esencia de cada persona. Por este motivo, me decantaría más por el paradigma cualitativo, pues se preocupa por la formación individualizada de cada discente. Esto es mi opinión personal, pero también tengo que aceptar que el paradigma positivista sería adecuado en determinadas circunstancias.
"Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber" (Albert Einstein).